Porque la paga que el tirano da por el pecado a sus soldados y esclavos es la muerte eterna; pero el salario, la paga, la recompensa que Dios da a los que luchan debajo de él, es vida eterna; que, aunque es una recompensa de nuestros trabajos pasados, como se le llama a menudo en las Escrituras, sigue siendo una gracia [3] o un don gratuito; porque si nuestras obras son buenas, o merecen una recompensa en el cielo, es la gracia de Dios la que hace que lo merezcan. Porque, como dice San Agustín, cuando Dios corona nuestras obras, corona sus propios dones. (Witham)

[BIBLIOGRAFÍA]

Gratia Dei, vita æterna; es decir, en construcción, vita æterna, est gratia Dei.

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