Para los que son según la carne. Es decir, que viven según las máximas y costumbres falsas, vanas y engañosas de los hombres carnales, que él también llama la prudencia de la carne; y a esta prudencia la llama muerte, como llevar a los hombres a la muerte eterna. Hombres tan carnales no disfrutan más que de esos placeres. Pero los que son y viven según el espíritu, piensan en las cosas que son del espíritu, fijan su corazón en las cosas que pertenecen a Dios y en su servicio; y esta sabiduría del espíritu, en la que experimentan un placer mucho mayor, los conduce a la vida eterna ya la paz eterna en el disfrute de Dios.

La falsa sabiduría de la carne es enemiga de Dios, no puede estar sujeta a la ley de Dios, porque las máximas de la carne y del mundo son tan opuestas a las del evangelio y a la doctrina de Cristo. (Witham) --- Los que están sujetos a la carne, al tener sus afectos fijos en las cosas de la carne, es decir, los hombres carnales, mientras son tales, no pueden agradar a Dios: porque esta prudencia de la carne los convierte en los enemigos de Dios.

(Estius) --- Si Cristo, o el espíritu de Cristo, al que también (ver. 9.) llama el espíritu de Dios, como siendo uno y el mismo, mora en ti y te dirige, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado; es decir, es mortal y está sujeto a muerte, consecuencia del pecado de Adán; pero el espíritu y el alma viven por la vida de la gracia, por razón de la justificación, es decir, porque ella ha sido justificada y santificada por los méritos de Cristo.

Y el espíritu de Dios, que resucitó a Jesús, también resucitará a todos los que permanecen santificados por la gracia de Cristo a una feliz resurrección. (Witham)

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