Cuando la concupiscencia ha concebido, (libre albedrío del hombre dando a ella) que trae [6] pecado adelante, nuestras inclinaciones perversas convierta en pecado, y cuando alguna grave se ha completado el pecado, o incluso consintió, que engendra la muerte, que hace salir el alma culpable de muerte eterna. Puede que no esté mal aquí observar con San Gregorio, etc. que hay tres grados de tentaciones: el primero, sólo por sugestión; el segundo, por deleite; el tercero, por consentimiento.

El primero, el diablo, o nuestra propia naturaleza frágil, nos tienta con una sugerencia de malos pensamientos en nuestra imaginación: tener tales pensamientos e imaginaciones puede no ser pecado en absoluto, aunque las cosas y los objetos representados nunca sean tan repugnantes y horribles, aunque pueden continuar nunca tanto tiempo y regresar nunca tan a menudo. La razón es que no podemos obstaculizarlos. Por el contrario, si nuestra voluntad permanece disgustada con ellos y los resistimos, tal resistencia es meritoria y por la misericordia de Dios nos dará una recompensa.

En segundo lugar, estas representaciones pueden ser seguidas con un deleite o deleite en los sentidos, o solo en el cuerpo; y si por una impresión hecha en contra de la voluntad, que de ninguna manera consentimos, tampoco hay pecado. También puede haber cierta negligencia en la persona tentada, al no hacer suficientes esfuerzos para resistir y repeler esos pensamientos, que si es solo una pequeña negligencia, el pecado no es grande; pero si la persona tentada lo ha hecho voluntariamente y con total deliberación. Si se deleita en malos pensamientos, ya sea de venganza, de fornicación, de adulterio o de cualquier cosa muy pecaminosa, tal deleite voluntario es un pecado grave y mortal, aunque no haya tenido la voluntad o el plan de realizar la acción en sí. .

La razón es porque entonces voluntariamente consiente en mente y corazón a un deleite pecaminoso, aunque no a la ejecución o acción. Y el pecado puede ser grande y mortal, aunque sea por poco tiempo: porque una tentación puede durar mucho tiempo y no ser pecado; y puede haber un gran pecado en poco tiempo. De nuevo, la razón es que debemos juzgar el pecado por las disposiciones y el consentimiento de la voluntad, no por el tiempo.

En tercer lugar, cuando el pecador cede a las malas sugerencias y tentaciones, de modo que su voluntad consiente plenamente en lo que se propone, y no puede decirse que le falte nada más que la oportunidad de poner en práctica sus deseos pecaminosos, ya ha cometido el pecado; por ejemplo, de asesinato, de fornicación, etc. en su corazón, como nos enseñó nuestro bendito Salvador. (Mateo v. 28.) (Witham)

[BIBLIOGRAFÍA]

Generat mortem, griego: apokuei thanaton; apokuein es fætum emittere, y generare, como también se usa aquí de nuevo ver. 18.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad