Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, hombre de Dios? Su angustia era tan grande que se inclinó a culpar a Elijah por el desafortunado giro de los acontecimientos. ¿Has venido a mí para recordar mi pecado, su sensibilidad haciéndola creer que su propia pecaminosidad se destacaba con más fuerza en contraste con la santidad del profeta, y para matar a mi hijo? La mujer supuso que en el mismo grado en que estaba aprendiendo a reconocer su pecado, Dios lo estaba tomando en cuenta para castigarla.

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