Y los construyeron los constructores de Salomón y los de Hiram, y los escuadrones de piedra, los giblitas, habitantes de una ciudad fenicia en las colinas del Líbano. Así que prepararon madera y piedras para construir la casa, y cada pieza recibió el tratamiento adecuado con referencia a su lugar en el gran edificio que se iba a erigir. La Iglesia de Jesucristo, el gran Templo no hecho por manos, es una casa y un reino eternos. Y todos los siervos de Cristo, todos los creyentes, han sido llamados a ayudar en la construcción de este Templo, a extender la Iglesia de Dios por todo el mundo.

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