Y ellos, los adivinos, dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la envíes vacía, sin alguna ofrenda expiatoria; pero de cualquier manera le devuelven una ofrenda por la culpa, un sacrificio o un regalo para expiar su ofensa, para borrar su deuda; entonces seréis sanados, y sabréis por qué su mano no se apartó de vosotros; por la cura que los adivinos esperaban que siguiera este curso, la gente aprendería que en realidad era la mano de Dios la que los estaba golpeando, un asunto que los sacerdotes mismos aún no estaban dispuestos a admitir.

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