Ahora, por tanto, levántate, oh Señor Dios, a Tu lugar de descanso, el hombre fijo y permanente del Templo, Tú y el arca de Tu fuerza, desde la cual Él manifestará Su poder a favor de Su pueblo, una solemne llama al Señor para que tome posesión formal de Su Santuario. Que tus sacerdotes, oh Señor Dios, se vistan de salvación, y sus vestiduras de lino blanco expresen la justicia y la belleza moral que los sacrificios que ofrecieron trajeron a los adoradores, y que tus santos se regocijen en la bondad, regocijándose en la posesión de la bien y gritando de alegría.

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