Sin embargo, el Señor testificó contra Israel y contra Judá, en el transcurso de todos estos muchos años, por todos los profetas y por todos los videntes, diciendo: Convertíos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y mis estatutos, conforme a todos los Ley que mandé a vuestros padres y que os envié por medio de mis siervos los profetas. Habían tenido tanto la Ley escrita como la predicación de los profetas para guiarlos, pero no habían prestado atención a ninguna de las dos.

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