Por todo esto consideré en mi corazón, aplicándose a aprender la verdadera sabiduría, incluso a declarar todo esto, que los justos y los sabios, y sus obras, su destino o destino, están en la mano de Dios, que el esfuerzo humano. con todos sus resultados depende enteramente de Dios; ningún hombre conoce el amor ni el odio por todo lo que tiene por delante, es decir, no puede decir si la felicidad o la infelicidad serán su suerte, porque su futuro está oculto por un velo que no puede traspasar.

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