Gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con sinceridad. Amén.

La epístola a los Efesios es notable por el hecho de que no contiene discusiones personales. Ese hecho se explica aquí: Pero para que tú también conozcas mis asuntos y cómo me va, todo te lo dará a conocer Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor. El primer encarcelamiento romano de Pablo no fue tan severo pero pudo comunicarse libremente con sus amigos y recibir sus ministraciones, Hechos 28:30 .

Y así, Tíquico, uno de los ayudantes más jóvenes de Pablo y muy valorado por él, había pasado algún tiempo en Roma. Este hombre, sin duda también el portador de la carta, debía dar a los cristianos efesios la información de carácter personal que pudieran estar ansiosos por obtener. Porque, como escribe Pablo, lo envió con ese mismo propósito para que supieran todo acerca de los asuntos del apóstol y sus compañeros.

El resultado de tal información, naturalmente, sería que los corazones de los cristianos en Éfeso podrían ser consolados. Verían que el caso de su amado maestro no era tan desesperado como les hubiera parecido por los informes recibidos antes, y por lo tanto se animarían y animarían.

La bendición final difiere un poco de la empleada habitualmente por el apóstol, pero su contenido es el mismo. Quiere la paz a los hermanos, esa paz de Dios que está en Cristo Jesús y que sobrepasa todo entendimiento; y el amor con fe, la fe que hace al cristiano, pero el amor es el compañero inevitable de la fe. Tanto la fe como el amor también se representan aquí teniendo su fuente en Dios el Padre y en el Señor Jesucristo.

Ver 2 Timoteo 1:2 ; Tito 1:4 . Ambos juntos, iguales en esencia divina, otorgan todas las bendiciones espirituales. Y así concluye el apóstol: Gracia con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo, con incorrupción. El don más elevado es la gracia de Dios en Cristo Jesús, y esa gracia se encuentra en la posesión de todos los que aman al Señor Jesús, y traerá consigo el amor eterno, inmutable e incorruptible. Arriba en el cielo, en la gloria eterna, el amor que no conoce cambio, disminución ni decadencia encontrará su expresión plena y gloriosa.

Resumen

El apóstol declara los deberes de los hijos y los padres, de los servidores y de los amos; describe a los enemigos espirituales del cristiano, su armadura y su uso; añade una amonestación a la oración y la intercesión, y cierra con una recomendación de Tíquico y con una bendición apostólica.

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