Y cuando llegó el séptimo mes, es decir, el del año eclesiástico, en el cual se celebraba el año nuevo del año civil, el Día de la Expiación y la Fiesta de los Tabernáculos, y los hijos de Israel estaban en las ciudades, cuando apenas se habían instalado en las casas que les habían sido asignadas, la gente, llena de celo por el culto antiguo, se reunió como un solo hombre en Jerusalén, todos inspirados con la misma idea y propósito.

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