Miedo y pavor caerán sobre ellos, un horror que los dejará indefensos; por la grandeza de tu brazo quedarán inmóviles como una piedra, mudos, incapaces de pronunciar una palabra, de plantear una sola objeción; hasta que pase tu pueblo, oh Jehová, hasta que pase el pueblo que tú compraste. La entrada final a la Tierra Prometida estaba asegurada y no podía verse obstaculizada por ningún intento de sus enemigos de hacerla inútil. Por sus poderosas obras, Dios había comprado a este pueblo para sí mismo, y tenía la intención de mantener su propiedad contra todos los adversarios.

Esto es lo que ha mandado el Señor: Recoged de él cada uno según su comida, un gomer por cada hombre, como dos cuartos y medio por persona, según el número de vuestras personas; tomad cada uno por los que están en sus tiendas; esa era la cantidad promedio por alma, ya fueran niños o adultos.

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