No tendrás otros dioses delante de Mí, ni dioses extraños, falsos, ni ídolos, frente a Mí, poniéndolos como rivales por la gloria y el poder que me pertenecen únicamente a Mí. No es que tales invenciones de la imaginación del hombre, tales obras de sus manos, fueran en verdad dioses en cualquier sentido de la palabra, sino que el Señor prohíbe el mismo pensar y modelar ídolos. Él es supremo, es el único Dios y su voluntad debe gobernar a todos los hombres en todas las situaciones de la vida; porque los otros nueve mandamientos no son sino explicaciones y aplicaciones del primero.

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