Y sucedió que cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en la mano de Moisés, cuando descendió del monte, Moisés no sabía (sabía) que la piel de su rostro brillaba mientras Él (Dios ) hablé con él. Este maravilloso brillo fue causado por la visión de Dios en el monte Sinaí. Un reflejo de la gloria divina permaneció en el rostro de Moisés durante algún tiempo después de su regreso de la montaña.

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