Ahora, pues, ve, que yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que dirás. Fue un asunto fácil para el Señor impartir la elocuencia divina a Moisés, tanto en lo que respecta a la facilidad para hablar como a la elección de las palabras más adecuadas. Todas las objeciones razonables de Moisés fueron eliminadas.

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