anduvo en mis estatutos y guardó mis juicios, en todas las ordenanzas, sean de Israel solamente o de todos los hombres, para obrar con verdad, con sana integridad: justo es, de cierto vivirá, dice el Señor Dios. No es que la justicia de la vida de un hombre le gane la plenitud de la vida, incluidas las bendiciones de la vida eterna, sino que Dios recompensa tales evidencias de fe verdadera al otorgar Su misericordia a los creyentes. Un hombre así, entonces, está ante el Señor por su propia persona, responsable de sí mismo, el Señor manejando su caso por sus propios méritos, independientemente de sus hijos u otros parientes.

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