Te convertiré en un terror, un objeto de horror y aversión, y no serás más destruido por completo por una calamidad repentina; aunque seas buscado, no volverás a ser hallado, dice el Señor Dios. En el caso de Tiro Viejo, esta profecía se cumplió literalmente, no quedando ni un vestigio de la antigua ciudad orgullosa.

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