Entonces miré, mientras estaba en el estado de éxtasis peculiar provocado por la influencia del Señor sobre él, y, ¡he aquí! una semejanza como la apariencia del fuego, la forma de una persona que brilla con fuego o que emite un resplandor ardiente; desde el aspecto de sus lomos hasta para abajo, fuego, como encendido o ardiendo; y desde sus lomos hacia arriba como apariencia de resplandor, de un esplendor maravilloso, como el color del ámbar, el resplandor del bronce bruñido. Esta persona brillante ha sido identificada, y probablemente correctamente, con el Ángel de Jehová, con el Hijo de Dios, como se reveló a Sí mismo en el Antiguo Testamento.

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