Y extendió la forma de una mano, que puede haber representado el Espíritu del Señor, y me tomó por un mechón de mi cabeza; y el Espíritu me levantó entre la tierra y el cielo, en éxtasis, no en una remoción física real, y me llevó en las visiones de Dios, en el estado provocado por la influencia directa del Señor, a Jerusalén, a la puerta de la puerta interior, la que sale del atrio de los sacerdotes, que mira hacia el norte, ocupando así el profeta una posición de convocación de las huestes vengadoras del norte; donde estaba el asiento de la imagen de los celos, una especie de imagen de ídolo, que provoca a los celos, desafiando la ira celosa de Jehová.

La imagen pudo haber sido una de Baal o de Astarté, tal como Mannaseh había erigido en el Santuario; Cf 2 Reyes 21:7 .

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