Y será un hombre salvaje; su mano estará contra todos y la mano de todos contra él; y habitará en presencia de todos sus hermanos. Debido a que el fruto de su cuerpo era la simiente de Abram, Agar debía regresar a su ama, y ​​por el bien de su padre se le da la promesa de una descendencia innumerable. Se le da el mismo nombre de su hijo, a saber, Ismael, "Dios oye", porque el Señor había escuchado el clamor de su miseria y angustia.

Este hijo debería, además, a diferencia de su madre, estar libre de la opresión de los hombres, tan libre como el asno salvaje de los desiertos, errante e indomable; y sus descendientes se caracterizarían por las peleas incesantes entre ellos y sus vecinos, ya que vivían en presencia de sus hermanos, de los hijos de Israel, para quienes eran una amenaza y un desafío constante. Hasta el día de hoy, los ismaelitas están en posesión libre e intacta de la gran península que se extiende entre el Éufrates, el istmo de Suez y el Mar Rojo, desde donde se han extendido por amplios distritos en el norte de África y el sur de Asia.

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