Por tanto, Abimelec se levantó muy de mañana, llamó a todos sus siervos y les contó todas estas cosas en sus oídos; y los hombres tenían mucho miedo. La sinceridad de Abimelec se demuestra por el hecho de que no perdió tiempo en corregir el mal inconsciente que había cometido. En la primera oportunidad, informó a sus sirvientes del verdadero estado de las cosas, a quienes se comunicó el efecto de su propio temor reverente.

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