Y vio Dios que la maldad del hombre era grande en la tierra, y que toda imaginación de los pensamientos de su corazón era solamente maldad de continuo. La predicación de Noé tuvo poco o ningún efecto. Jehová vio que a pesar de todos sus esfuerzos por ganar el corazón de los hombres, la iniquidad del hombre en general iba en aumento. Ninguna presa pudo contener el torrente del mal: toda la raza humana persistió en su loco curso hacia la destrucción.

Todo pensamiento que tomó forma en el corazón de cada hombre fue perverso durante todo el día; cada uno de ellos era un adepto en todas las formas de vicio, y toda la planificación de sus corazones estaba siempre dirigida a aquello que desafiaba la justicia de Dios.

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