que han recibido la Ley por disposición de los ángeles; y no lo he guardado.

Esteban había revisado ahora toda la historia de los judíos, mostrando de qué manera habían actuado en todo momento hacia el Señor y el líder que el Señor les había dado, confiando más bien en formas y ceremonias externas, conectadas con un santuario visible, por un tiempo. justificación ante Dios. La justa indignación de Stephen alcanza, por tanto, su culminación en este punto de su relato. Audazmente les dice a sus jueces que son tercos, obstinados, refractarios, reacios a escuchar la razón, Éxodo 33:3 ; Éxodo 34:9 ; Deuteronomio 9:6 .

Y además, son incircuncisos tanto de corazón como de oídos, Levítico 26:41 ; Jeremias 6:10 ; Ezequiel 44:7 . Estos fueron términos severos de reproche y desprecio, colocando a los líderes de los judíos en una clase con las naciones paganas y con los judíos apóstatas.

Esta severa denuncia de Esteban corrobora con la acusación de que siempre, continuamente, resistieron al Espíritu Santo, literalmente arrojándose en Su camino, contra Él, cerrando así la obra de Su gracia en sus corazones. El Espíritu Santo quería convertir también a estos enemigos de Cristo, les estaba dando toda la evidencia de Su misericordiosa voluntad para con ellos al hacer que se les predicara el Evangelio durante tanto tiempo; pero deliberadamente, voluntariamente, se negaron a escuchar Su llamado.

Y aquí estaban siguiendo a sus padres, de cuya desobediencia y obstinación Stephen citó varios casos. A cada uno de los antiguos profetas que los judíos habían perseguido de una forma u otra, ya los que proclamaban de antemano acerca de la venida del Justo lo habían matado. Los profetas predijeron la venida de Jesucristo, el Justo y Santo, y su recompensa, de manos de sus compatriotas, fue la muerte.

Y el espíritu de estos antepasados ​​aún estaba vivo, porque los que estaban sentados en el Consejo para juzgar el presente caso se habían convertido en los traidores y asesinos de este mismo Cristo justo y santo. Y no solo eso, sino que Esteban declaró que la misma Ley de la que se jactaban, que habían recibido por disposición de los ángeles, probablemente de esta manera, que el Señor habló por boca de los ángeles al proclamar la Ley en el monte Sinaí, esta Ley que no habían cumplido.

Así, Esteban, en un estallido de magnífica elocuencia, predicó la Ley a estos hipócritas empedernidos del Sanedrín, a fin de producir en ellos un verdadero conocimiento de su pecado que pudiera conducirlos al arrepentimiento y la fe. Nota: El sermón de Esteban nos exhorta a los cristianos a ser conscientes de las grandes bendiciones de Dios bajo la nueva dispensación, no sea que también nos volvamos indiferentes y luego insensibles y finalmente resistamos la obra del Espíritu Santo.

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