En cuanto a Mi pueblo, todavía mirado por el Señor con amorosa consideración, los niños, los jóvenes incompetentes y despiadados, son sus opresores, y las mujeres, sujetas a caprichos y estados de ánimo, los gobiernan. Pueblo mío, los que te conducen te hacen errar, los líderes se vuelven descarriados y destruyen el camino de tus sendas, devorándolo con su predicación falsa y errónea, de modo que el camino de la verdad divina ya no es visible.

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