Pero acérquense aquí, así el Señor ahora llama a los apóstatas, hijos de la hechicera, hombres adictos a la hechicería, a prácticas supersticiosas que estaban relacionadas con la adoración de dioses falsos, la simiente del adúltero y la ramera, en cuyo caso la idolatría es inherente, su segunda naturaleza, siendo la expresión la reprimenda más fuerte a los judíos incrédulos y apóstatas, quienes dependían de su membresía externa en Israel para darles una posición segura a los ojos de Jehová.

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