Pero yo era como un cordero o un buey que es llevado al matadero, sin ni siquiera un indicio de la mala intención de sus propios amigos familiares; y no sabía que habían inventado contra mí artimañas, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto y cortémoslo de la tierra de los vivientes para que no se recuerde más su nombre. Querían traer la ruina, si era posible, la muerte, a Jeremías y hacer que su enseñanza fuera olvidada. Por tanto, el profeta invoca al Señor para venganza en su justa causa.

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