Pero si no lo escucháis, negándole la obediencia en su súplica, mi alma llorará en lugares secretos por vuestro orgullo, tal es el efecto que su obstinación tendría sobre él que estaba tan sinceramente preocupado por su bienestar; y mis ojos llorarán amargamente y se derramarán en lágrimas, en exceso de dolor, porque el rebaño del Señor, los miembros de la Iglesia a quienes Jehová ama, ha sido llevado cautivo; porque incluso los desobedientes siguen siendo considerados el pueblo del Señor, ya que Él tiene la esperanza de ganarlos para la verdad una vez más.

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