Porque él, completamente diferente al hombre cuya descripción se acaba de dar, será como un árbol plantado junto a las aguas, donde un abundante suministro de humedad asegura un crecimiento exuberante, y que extiende sus raíces junto al río, y no verá cuándo. viene el calor, sin ser afectado por su aliento ardiente, pero su hoja estará verde, debido a su suministro perpetuo de agua vivificante; y no tendrá cuidado en el año de la sequía, no habiendo motivo de preocupación aun entonces, ni dejará de dar fruto, porque el arroyo en el que está ubicado nunca se secará. Para traer esta verdad a casa con un énfasis particular, el Señor describe el corazón humano como Isaías

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