Pero a la tierra a la cual ellos, Conías y su madre, desean volver, allí no volverán. Con el cambio a la tercera persona, estos dos desaparecieron de la vista, como indignos de que se les siguiera hablando directamente. El profeta ahora se dirige al país como tal en referencia al destino de este rey favorito, a quien el pueblo idolatraba.

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