y los profetas se convertirán en viento, y sus advertencias, en la estimación de los burladores, no serán más que amenazas vanas, y la Palabra no está en ellos, los rebeldes incrédulos declararán que Dios no habló por medio de aquellos profetas que reprendieron su maldad; así les será hecho, es decir, sus malas predicciones no se cumplirían en nadie más que en ellos mismos. Esta actitud requirió una declaración muy enfática de parte de Jehová.

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