Seguramente Dios no oirá la vanidad, lo que es solo un sonido vacío, ni el Todopoderoso lo considerará, es decir, todos los clamores y oraciones que no se hacen con sinceridad, mientras que, por otro lado, como se implica aquí, la oración ferviente de el justo vale mucho ante sus ojos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad