Y sucedió que, al verla, se rasgó la ropa, en señal de profundo dolor y duelo, y dijo: ¡Ay, hija mía! me has humillado, y eres uno de los que me preocupan, literalmente: "Profundamente me has hecho inclinarme, y solo tú me estás afligiendo", provocándole sin saberlo la mayor agonía; porque he abierto mi boca al Señor, y no puedo volver atrás, él no pudo hacer su voto sin pronunciar.

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