Y, sin embargo, no quisieron escuchar a sus jueces, es decir, al desistir de la idolatría que los jueces trataron de suprimir, sino que se prostituyeron en pos de otros dioses, porque la idolatría es adulterio e inmoralidad espiritual, y se postraron ante ellos; se apartaron rápidamente del camino por el que caminaban sus padres, obedeciendo los mandamientos del Señor; pero no fue así. Incluso la presencia de estos hombres que no eran gobernantes regulares, sino autoridades extraordinarias, nombradas directamente por Dios, no logró producir una reforma permanente en el pueblo.

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