Ni de mano de extraño ofreceréis el pan de vuestro Dios de ninguno de estos, porque en ellos está su corrupción, y en ellos hay imperfecciones; no te serán aceptados. Los cristianos también debemos tener en cuenta que no es lo que queda después de habernos saciado lo que debemos dar al Señor, sino que Él espera regalos perfectos de nuestras manos.

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