Y el sábado de la tierra os servirá de alimento; para ti y para tu siervo y para tu sierva, siendo nombrados esclavos y esclavas, y para tu jornalero, y para tu extranjero que mora contigo. Así que todo el grano voluntario y la fruta voluntaria no debían ser cosechados, sino que debían comerse fuera del campo, cuando surgiera la necesidad de alimento, esta regla se aplicaba no solo a los hombres, sino también a los animales, tanto domésticos como silvestres;

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