No harás para ti ídolos, literalmente, nada, deidades vanas y vacías de tu propia imaginación, ni imagen esculpida, tallada o cincelada en madera y piedra, ni te levantarás imagen en pie, columna de conmemoración usada para propósitos idólatras; ni pondrás en tu tierra ninguna imagen de piedra, una piedra labrada o labrada para representar una criatura real o imaginaria, para postrarte ante ella; porque yo soy el Señor, tu Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad