Y ahora llamamos felices a los orgullosos, que en realidad habían llegado a la etapa en que alababan a los malvados, con su aparente felicidad en los asuntos de este mundo; sí, los que obran maldad están instalados, ellos son los afortunados, en su opinión; sí, los que tientan a Dios incluso son liberados, no tienen desgracia, tienen todo lo que su corazón desea. Ésta es siempre la acusación que los rebeldes tratan de hacer contra el Señor.

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