Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: Este no echa fuera demonios sino por Beelzebub, el príncipe de los demonios.

Este pensamiento fue provocado por la franca expresión de asombro de la gente. Aparentemente, no expresaron sus sentimientos fuera de su propio círculo, porque temían a la multitud; pero, a la manera de su especie, murmuraron y refunfuñaron entre ellos, acusando a Cristo de estar aliado con el diablo, como una vez antes, capítulo 9:34. Beelzebub, que significa dios de las moscas, y Beelzebub, dios del estiércol, habían sido originalmente nombres de ídolos, y los judíos los aplicaban al diablo. Fue un insulto sin paralelo el que así colmaron sobre el Señor.

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