y una carta para Asaf, el guardián del bosque del rey, para que me dé madera para hacer vigas para las puertas del palacio que pertenecían a la casa, el palacio real de Salomón, que estaba en ruinas, y para el muro de la ciudad, y para la casa en la que entraré, el templo mismo, que, por supuesto, visitaría e inspeccionaría. Así que los materiales para la construcción de todas estas estructuras debían ser provistos de la madera del parque real en algún lugar de las cercanías de Jerusalén.

Y el rey me concedió conforme a la buena mano de mi Dios sobre mí. Todos los creyentes que se preocupan honestamente por el bienestar de la Iglesia recibirán lo que desean y por lo que trabajan. Dios mismo es celoso por Su pueblo, por Su Iglesia, y escucha las oraciones de Sus hijos fieles en su favor.

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