Entonces Moisés oyó llorar al pueblo por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda, porque el contagio del descontento se había extendido por todo el campamento como una pestilencia virulenta; y la ira del Señor se encendió en gran manera; Moisés también estaba disgustado. Con este segundo estallido de insatisfacción, Moisés sintió toda la ira de Dios en lo más íntimo de su alma, y ​​temió que toda su misión fuera un fracaso.

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