v. 25. El justo come para saciar su alma, y el Señor le concede lo suficiente para satisfacer todas sus necesidades; pero a los malvados les faltará el vientre, no solo porque el Señor a menudo castiga su iniquidad con la falta de las necesidades de la vida, sino porque el disfrute de ellos a menudo no va acompañado de la verdadera felicidad.

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