como el rocío de Hermón, cuyas alturas cubiertas de nieve produjeron una fuerte precipitación de humedad en todo el país circundante, y como el rocío que descendió sobre las montañas de Sión, ambos trayendo refrigerio y bendiciones, así como la manifestación de la unidad fraternal resulta en bendiciones para la Iglesia y sus miembros; porque allí el Señor ordenó la bendición, fijando a Jerusalén como el punto de donde salieron Sus bendiciones, la vida para siempre, porque es la vida eterna la que es traída a los hombres por las labores de la Sión espiritual, por la proclamación del Evangelio por la Iglesia, porque este es su orden divino hasta el fin de los tiempos.

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