Mis lágrimas han sido mi alimento, su sustituto de alimento, su ración diaria, día y noche, mientras ellos, los enemigos burlones, continuamente me dicen: ¿Dónde está tu Dios? una pregunta que, por supuesto, implicaba que Dios lo había abandonado, que era un necio por poner su confianza en Jehová.

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