Haré que tu nombre sea recordado en todas las generaciones, de generación en generación; por tanto, el pueblo te alabará eternamente y para siempre. Pueblos, naciones, creyentes, de todas partes de la tierra, todos los miembros de la Iglesia de todas las tierras, dan gracias al Rey. Y este cántico de acción de gracias, como se comienza aquí en el tiempo, continuará sin fin, por toda la eternidad; porque entonces la Esposa, la Iglesia, estará unida para siempre con Cristo, su Esposo, y sus aleluyas resonarán en un estribillo glorioso e interminable.

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