Destrúyelos, oh Dios, dejándolos expiar su culpa con una destrucción bien merecida; que caigan por sus propios consejos, siendo la insensatez de sus propios planes la causa de su derrocamiento; échalos en la multitud de sus transgresiones, arrojándolos de en medio de la congregación de los creyentes, a quienes no pertenecen por derecho; porque se han rebelado contra ti, y esta rebelión se manifiesta también en su negativa a volverse al Señor en verdadero arrepentimiento.

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