Por tanto, esperad en mí, dice el Señor, esta misericordiosa invitación se extiende a todos los que todavía escuchan sus palabras, hasta el día en que me levante a la presa, cuando derrame su ira sobre las naciones; porque Mi determinación es reunir a las naciones, para llevar a cabo Su castigo sobre ellas, para reunir los reinos, para derramar sobre ellos Mi indignación, todo Mi furor, toda la ira ardiente que Él ha acumulado para ellos; porque toda la tierra será devorada por el fuego de mis celos, por el celo que manifestará en su gran día del juicio. Esa es la promesa del período mesiánico, la eliminación de los enemigos como factor que interfiere con el progreso del reino del Señor.

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