Job 33:1-33
1 »No obstante, oh Job, escucha, por favor, mis razones;
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el interprete
No es maravilloso que Eliú haya sido confundido con el Mediador mismo, con tanta amabilidad se interpone entre Job y su Hacedor. Él se detiene especialmente en su propia semejanza con Job en su edad adulta, y cita esta como la razón por la que podría ayudarlo especialmente: yo también soy formado a partir del barro. Así también nuestro Sumo Sacerdote es hombre. Eliú retoma las palabras de Job protestando por su inocencia e insiste en que Job no tenía razón en esas protestas o en las conclusiones que extrajo de ellas.
Luego sigue uno de los pasajes más grandiosos del libro. Eliú cuenta cómo Dios habla en la naturaleza y a través de la conciencia, y a menudo se le ignora; y cómo entonces habla por revelación, abriendo los oídos de los hombres para apartarlos de su propósito. Él muestra que Dios a menudo acuesta al hombre en un lecho de dolor, para que pueda hablarle a su corazón. Feliz es el afligido si un intérprete está a su lado para señalar el camino del arrepentimiento.
Finalmente, quebrantado y arrepentido, se vuelve a Dios, ve su rostro con gozo y canta ante los hombres la historia de su restauración. Así, Eliú argumenta que la aflicción a menudo se envía como disciplina para leerle al hombre la verdad más profunda de Dios.