El apóstol les recuerda a los cristianos de Corinto que cuando vino por primera vez a ellos, no lo hizo con excelencia de habla ni de sabiduría, sino con "la Palabra de la Cruz". Sin embargo, no debe haber ninguna tontería imaginar que no hay sabiduría, o que el maestro cristiano no tiene temas profundos y sublimes de los que tratar. El apóstol dice: "Sin embargo, hablamos sabiduría". Y, sin embargo, la sabiduría era tal que sólo podía enseñarse a los que eran adultos. Los niños y los débiles en Cristo no podían ser conducidos a las profundidades de Dios. Para ellos debe existir el simple anuncio de la palabra de sabiduría, sin su explicación y desarrollo.

Entonces, ¿qué es esta sabiduría? Es un misterio, oculto a la sabiduría del mundo, pero conocido por Dios y revelado por Su Espíritu. Solo podría llegar al hombre a través de la revelación directa y distinta del Espíritu de Dios. Es de suma importancia que esto se tenga siempre presente. "La Palabra de la Cruz" no es lo último del razonamiento humano. Todas las meras filosofías de la mente han fracasado en explicarlo, como la sabiduría del mundo fracasó en descubrirlo.

Es la Palabra de Dios escondida desde los siglos, y hablada finalmente sólo por ese Espíritu de Dios "que todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios". Esta revelación, además, no podría ser recibida por el hombre natural.

Aquí es bueno entender el significado de Pablo por su uso del término "natural". Invariablemente habla del hombre no regenerado como el hombre natural, poniéndolo en contraste con el hombre regenerado, que es el hombre espiritual. Así se hace evidente la razón por la que "la sabiduría de las palabras" es una locura.

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