1 Corintios 7:1-40
1 En cuanto a las cosas de que me escribieron, bueno es para el hombre no tocar mujer.
2 Pero a causa de la inmoralidad sexual, cada hombre tenga su esposa, y cada mujer tenga su esposo.
3 El esposo cumpla con su esposa el deber conyugal; asimismo la esposa con su esposo.
4 La esposa no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo; asimismo el esposo tampoco tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposa.
5 No se nieguen el uno al otro, a menos que sea de acuerdo mutuo por algún tiempo, para que se dediquen a la oración y vuelvan a unirse en uno, para que no los tiente Satanás a causa de su incontinencia.
6 Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento.
7 Más bien, quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera y otro de otra manera.
8 Digo, pues, a los no casados y a las viudas que les sería bueno si se quedasen como yo.
9 Pero si no tienen don de continencia, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse.
10 Pero a los que se han casado mando, no yo, sino el Señor: que la esposa no se separe de su esposo
11 (pero si ella se separa, que quede sin casarse o que se reconcilie con su esposo), y que el esposo no abandone a su esposa.
12 A los demás digo yo, no el Señor: que si algún hermano tiene esposa no creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
13 Y si alguna esposa tiene esposo no creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
14 Porque el esposo no creyente es santificado en la esposa, y la esposa no creyente en el creyente. De otra manera sus hijos serían impuros, pero ahora son santos.
15 Pero si el no creyente se separa, que se separe. En tal caso, el hermano o la hermana no han sido puestos bajo servidumbre, pues Dios los ha llamado a vivir en paz.
16 Porque, ¿cómo sabes, oh esposa, si quizás harás salvo a tu esposo? ¿O cómo sabes, oh esposo, si quizás harás salva a tu esposa?
17 Solamente que viva cada uno como el Señor le asignó, y tal como era cuando Dios lo llamó; así ordeno en todas las iglesias.
18 ¿Fue llamado alguien ya circuncidado? No disimule su circuncisión. ¿Ha sido llamado alguien incircunciso? No se circuncide.
19 La circuncisión no es nada, y la incircuncisión no es nada; más bien, lo que vale es guardar los mandamientos de Dios.
20 Cada uno permanezca en la condición en que fue llamado.
21 ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes; pero si puedes hacerte libre, por supuesto procúralo.
22 Porque el que en el Señor es llamado siendo esclavo, es hombre libre del Señor. De igual manera, también el que es llamado siendo libre, es esclavo del Señor.
23 Por precio fueron comprados; no se hagan esclavos de los hombres.
24 Hermanos, que cada uno se quede para con Dios en la condición en que fue llamado.
25 Pero con respecto a los que son solteros, no tengo mandamiento del Señor, aunque les doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.
26 Pues, a causa de la presente dificultad, bien me parece que al hombre le sea bueno quedarse como está.
27 ¿Estás ligado a esposa? No procures desligarte. ¿Estás libre de esposa? No busques esposa.
28 Pero también, si te casas, no pecas; y si la soltera se casa, no peca; aunque aquellos que se casan tendrán aflicción en la carne, y yo quisiera evitársela.
29 Pero les digo esto, hermanos, que el tiempo se ha acortado. En cuanto al tiempo que queda, los que tienen esposas sean como si no las tuvieran;
30 los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran;
31 y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutaran de él. Porque el orden presente de este mundo está pasando.
32 Quisiera, pues, que estuviesen libres de ansiedad. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor;
33 pero el casado se preocupa de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposa,
34 y su atención está dividida. La mujer no casada, o soltera, se preocupa de las cosas del Señor, a fin de ser consagrada tanto en cuerpo como en espíritu. En cambio, la casada tiene cuidado de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposo.
35 Esto digo para su provecho; no para ponerles restricción, sino para que vivan honestamente, atendiendo al Señor sin impedimento.
36 Si alguien considera que su comportamiento es inadecuado hacia su virgen y si está en la flor de la edad y por eso siente obligación de casarse, puede hacer lo que quiere; no comete pecado. Cásense.
37 Pero el que está firme en su corazón, no teniendo necesidad, sino que tiene dominio sobre su propia voluntad y así ha determinado en su corazón conservársela virgen, hará bien.
38 De modo que el que se casa con su virgen hace bien; y de igual manera, el que no se casa hace mejor.
39 La esposa está ligada mientras viva su esposo. Pero si su esposo muere, está libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.
40 Pero según mi opinión, más feliz será si permanece así. Y pienso que yo también tengo el Espíritu de Dios.
Habían surgido ciertas dificultades en la Iglesia de Corinto acerca de las cuales habían enviado preguntas a Pablo. Ahora responde a sus preguntas. Estas respuestas contienen principios de aplicación permanente.
Por tanto, los principios concernientes al matrimonio pueden enunciarse simplemente: Primero, el matrimonio es en sí mismo honorable y justo. En segundo lugar, en lo que respecta a la unión matrimonial de hombres y mujeres convertidos y no convertidos, el creyente, al menos, no debe tomar la iniciativa de provocar una disolución. El pensamiento supremo en la mente del apóstol a lo largo de toda esta sección es la relación del cristiano con el Señor.
Eso debe ser celosamente guardado. Todo lo demás debe estar subordinado a él debido a la urgencia de los asuntos del Señor. Entonces, el apóstol deja que cada uno resuelva personalmente todas estas dificultades a la luz de esta relación suprema.
Dejemos que las hijas del Rey resuelvan la cuestión del matrimonio siempre y solo dentro de esta esfera, consintiendo o negándose, según que tal acción ayude u obstaculice su más alta realización del cumplimiento de Sus gloriosos propósitos.