1 Crónicas 11:1-47
1 Entonces todos los de Israel acudieron a David, en Hebrón, y le dijeron: “He aquí, nosotros somos hueso tuyo y carne tuya.
2 En tiempos pasados, cuando Saúl aún reinaba, tú eras quien sacaba y hacía volver a Israel. Y el SEÑOR tu Dios te dijo: ‘Tú pastorearás a mi pueblo Israel, y serás el soberano de mi pueblo Israel’”.
3 Fueron, pues, todos los ancianos de Israel al rey, en Hebrón. Y David hizo un pacto con ellos en Hebrón, delante del SEÑOR. Entonces ungieron a David como rey sobre Israel, conforme a la palabra del SEÑOR por medio de Samuel.
4 Entonces David, con todo Israel, fue a Jerusalén, la cual es Jebús, donde estaban los jebuseos, habitantes de aquella tierra.
5 Y los habitantes de Jebús dijeron a David: “Tú no entrarás acá”. Sin embargo, David tomó la fortaleza de Sion, que es la Ciudad de David.
6 Y dijo David: “El que ataque primero a los jebuseos será cabeza y jefe”. Entonces Joab, hijo de Sarvia, subió primero y fue hecho jefe.
7 David habitó en la fortaleza, y por eso la llamaron la Ciudad de David.
8 Él edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta los alrededores. Y Joab restauró el resto de la ciudad.
9 David iba engrandeciéndose más y más, y el SEÑOR de los Ejércitos estaba con él.
10 Estos son los principales de los valientes que tenía David, los que junto con todo Israel le dieron apoyo en su reinado, para hacerlo rey, conforme a la palabra del SEÑOR respecto a Israel.
11 Esta es la lista de los valientes que tenía David: Jasobeam hijo de Hacmoni era jefe de los treinta. Él blandió su lanza contra trescientos, y los mató de una sola vez.
12 Después de él estaba Eleazar hijo de Dodo, el ajojita. Él era uno de los tres valientes,
13 que estaba con David en Pas-damim cuando los filisteos se reunieron allí para la batalla. Había una parcela de tierra llena de cebada. El pueblo había huido ante los filisteos,
14 pero él se puso firme en medio de la parcela y la defendió, derrotando a los filisteos. Y el SEÑOR les dio una gran victoria.
15 Tres de los treinta principales descendieron hasta la peña donde estaba David, en la cueva de Adulam, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el valle de Refaím.
16 David estaba entonces en la fortaleza, y un destacamento de los filisteos estaba en Belén.
17 Entonces David sintió un vivo deseo y dijo: “¡Quién me diera de beber agua de la cisterna de Belén, que está junto a la puerta!”.
18 Entonces los tres irrumpieron en el campamento de los filisteos y sacaron agua de la cisterna de Belén, que estaba junto a la puerta. Se la llevaron y la presentaron a David. Pero David no la quiso beber, sino que la derramó como un sacrificio al SEÑOR, diciendo:
19 “¡Lejos esté de mí, oh Dios mío, el hacer esto! ¿He de beber yo la sangre de estos hombres que fueron con riesgo de sus vidas? Porque la han traído con riesgo de sus vidas”. Y no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres valientes.
20 Abisai, hermano de Joab, era el jefe de los treinta. Él blandió su lanza contra trescientos y los mató, y tuvo renombre junto con los tres.
21 Entre los treinta, él era el más respetado y fue su jefe; pero no fue incluido entre los tres.
22 Benaías hijo de Joyada era hijo de un hombre valeroso de Cabseel, de grandes hazañas. Él mató a los dos héroes de Moab. Él descendió y mató un león dentro de una cisterna, un día de nieve.
23 Él también mató a un egipcio, hombre de dos metros veinticinco centímetros de estatura. El egipcio tenía en su mano una lanza como un rodillo de telar, y Benaías salió a su encuentro con un palo, pero arrebató la lanza de la mano del egipcio y lo mató con su propia lanza.
24 Estas cosas hizo Benaías hijo de Joyada y tuvo renombre junto con los tres valientes.
25 He aquí que era el más respetado de los treinta, pero no llegó a estar entre los tres. David lo puso al frente de su guardia personal.
26 Y los valientes eran: Asael, hermano de Joab; Eljanán hijo de Dodo, de Belén;
27 Samot el harorita; Heles el pelonita;
28 Ira hijo de Iques, de Tecoa; Abiezer, de Anatot;
29 Sibecai, de Husa; Ilai el ajojita;
30 Maharai, de Netofa; Heled hijo de Baaná, de Netofa;
31 Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín; Benaías, de Piratón;
32 Hurai, de los arroyos de Gaas; Abiel, de Arabá;
33 Azmávet el barjumita; Eliaba, de Saalbín;
34 los hijos de Hasem el gizonita; Jonatán hijo de Sage el hararita;
35 Ajiam hijo de Sacar el hararita; Elifal hijo de Ur;
36 Hefer el mequeratita; Ajías el pelonita;
37 Hezro, de Carmel; Naarai hijo de Ezbai;
38 Joel, hermano de Natán; Mibjar hijo de Hagrai;
39 Selec el amonita; Najarai, de Beerot, escudero de Joab, hijo de Sarvia;
40 Ira, de Jatir; Gareb, de Jatir;
41 Urías el heteo; Zabad hijo de Ajlai;
42 Adina hijo de Siza el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él;
43 Hanán, hijo de Maaca; Josafat el mitnita;
44 Uzías, de Astarot; Sama y Jeiel, hijos de Hotam, de Aroer;
45 Yediael hijo de Simri y su hermano Yoja el tizita;
46 Eliel, de Majanaim; Jeribai y Josavías, hijos de Elnaam; Itma el moabita;
47 Eliel, Obed y Jaasiel el mesobaíta.
Entramos ahora en la segunda sección de este libro. En esta sección hay cuatro movimientos: la historia de la coronación de David, los eventos relacionados con el Arca de Dios, el relato del reinado de David y, finalmente, los asuntos relacionados con la construcción del Templo.
El cronista pasa en silencio la historia de los siete años en que David reinó sobre Judá. Puede haber dos razones para esto. Primero, esta es la historia de la grandeza de David y, por lo tanto, comienza con su coronación sobre toda la nación; y, en segundo lugar, fue en relación con esa coronación que comenzó su actividad en relación con el Arca y el Templo.
En este capítulo, la historia se cuenta por primera vez en un lenguaje sencillo pero digno de la coronación de Hebrón. En lo que respecta a la gente, esto se basó en su reconocimiento del nombramiento divino. Luego viene el relato de la toma de Jesús, que se convirtió en la ciudad del corazón de David y la metrópoli de la nación.
La crónica de los valientes y sus hechos está llena de color. Es principalmente interesante en vista de lo que eran estos hombres en los días del exilio de David. Se habían reunido con él en las fortalezas de la montaña, una compañía de hombres descritos gráficamente como endeudados, en peligro y descontentos. Cuán maravillosamente los había influido se ve en su notable devoción por él, y aún más sorprendente en el carácter heroico que habían desarrollado.